




Seguridad y soberanía alimentaria
Leyes que no pasan del papel
Juan Tapia recuerda que desde su nacimiento estuvo inmiscuído en la ganadería. Él fue el heredero de este oficio y quien logró expandir el negocio familiar en su tierra, Machachi. Su finca no es grande, se considera un mediano ganadero, pero la pasión por lo que hace se nota. Su principal descontento se basa en la falta de apoyo por parte del gobierno.
Tapia cuenta la historia de muchos del gremio. Habla de la falta de apoyo del gobierno de turno, la desorganización del sector agrícola y pecuario, sumado al desinterés por el campo que se ha mantenido por muchos años. Estos son factores que dificultan la labor de la gente que se dedica a este negocio. Juan cuenta todas los inconvenientes que tiene que pasar para sacar su ganadería adelante. Se nota en sus palabras la impotencia y la indignación al sentirse solo en esta actividad que emplea a muchas personas pero que no tiene políticas claras de apoyo e incentivos.
La úrea, fertilizante extraído del petróleo sirve para enriquecer el suelo de nutrientes suficientes para que el pasto crezca y las vacas se alimenten, es lo único que ha recibido. El crédito 5-5-5 que impulsaban las autoridades, como el préstamo estrella para los agricultores y ganaderos, jamás le fue entregado. Alegaron que su condición económica no le permitía acceder a esta oferta, no por insolvencia, sino por tener una vida normal. Él asegura que el gobierno únicamente apoya a las personas de bajos recursos.
Ha vivido todo el tiempo en el campo y argumenta que en los últimos años el Ministerio de Agricultura, Ganadería, Acuacultura y Pesca (MAGAP), más que una entidad de apoyo, ha sido una especie de inquisidora que solo castiga y jamás premia ni ayuda. Pues todas las visitas al cultivo sirven para ver los errores, solicitar papeles pero nunca ayudan en el desarrollo. A pesar de la falta de respaldo de las instituciones estatales, Juan Tapia reconoce que la ganadería siempre ha sido un negocio rentable. El gremio tenía el control de la leche para las empresas lácteas, por lo tanto, los precios los colocaban ellos y no existían regulaciones como el control de la cantidad de grasa que posee este producto lácteo.
También comenta que el negocio se ve afectado por los precios de los fertilizantes que colocan en el suelo para que el pasto crezca con rapidez y así las vacas puedan producir la leche necesaria.
Los costos de los productos agropecuarios se marcan por ley y los insumos no tienen un control eficiente en sus precios. El gobierno ya impulsó la entrega directa, especialmente, de úrea, pero los resultados no han sido satisfactorios y eso se nota en el descontento de la gente. Los costos de producción no son estables y no tienen una ganancia fija a fin de mes y como en cuaquier negocio eso trae incertidumbre. “En el Ecuador producir es para valientes, porque estamos en contra de todo”, son las palabras de alguien que ha vivido en el campo y no ha visto los cambios que las autoridades han prometido.

Juan Tapia, heredero de una ganadería en Machachi. Es amante de los animales y la agricultura.