‘Chamanes eléctricos en la fiesta del sol’, de Mónica Ojeda: el ahuyento a los demonios terrenales.
- Christian Andrade Brito
- 12 sept 2024
- 3 Min. de lectura

Una forma fácil, precisa y decorosa de retratar al país latinoamericano de la Mitad del Mundo es a través de la frase del científico alemana, Alexander von Humboldt: «Los ecuatorianos son seres raros y únicos: duermen tranquilos en medio de crujientes volcanes, viven pobres en medio de incomparables riquezas y se alegran con música triste».
Mónica Ojeda ha escrito una obra muy arriesgada sobre lo retrofuturista, ejemplificado en un macrofestival andino denominado, Ruido Solar. En las letras de la escritora guayaquileña todo suena y retumba; antes que hablar los volcanes rugen, pelean y conectan con los cientos de jóvenes —entre músicos, chamanes, poetas, locales— que se reúnen para ‘desconectarse del mundo terrenal’.
La novela se sitúa históricamente en la actualidad del Ecuador, enmarcada por los hechos violentos que obliga a Noa y Nicol a escapar de su natal Guayaquil para ir en busca de una experiencia andina, de transformación espiritual y, sobre todo, de encontrarse a ellas mismas. La violencia es parte recurrente, naturalizada en la cotidianidad social de la gente.
Lo gótico andino está presente en esta obra, como ya lo hizo en su recopilación de cuentos, Las voladoras. En chamanes eléctricos bajo la fiesta del sol la intensidad de las montañas, el golpe de los nevados, el pogo del volcán y los rayos pavorosos que dejan entre la vida y la muerte a las yeguas representan los síntomas de violencia de una sociedad que no puede escapar de su realidad.
La intensidad de la trama puede llegar a ser más fuerte y delirante que sobre lo que se dice en varios episodios de la obra. Hay una sensorialidad explosiva, el espacio siempre está empujando a decir más que los mismo personajes. Lo apocalíptico no pierde espacio en la escritura de Ojeda, ni lo terrorífico y sagrado de las montañas. La música, la poesía y el baile son instrumentos literarios que trabajan lo sonoro en los rituales y costumbres del festival Ruido Solar. Además, ubica históricamente cada capítulo con el calendario andino de los pueblos indígenas del Ecuador, que eran utilizados para orientarse temporalmente, pero, sobre todo, estacionalmente.
Sin duda, la audacia de utilizar personajes y mitos locales le ha dado mayor profundidad a la obra. Aunque a riesgo de que no pueda ser universalizada por el poco conocimiento que el lector podría tener sobre personajes andinos que son parte recurrente de la novela como el Diablo Huma. Personaje andino revalorizado por las actuales generaciones, que aparece en la fiesta del Inti Raymi (solsticio de verano) para agradecer a la Pachamama (madre Tierra) por las cosechas.
También, al ser una obra con varias voces, la autora mezcla dialectos y modismos de los personajes. Otra vez, el arriesgado uso del vocabulario ‘ecuatoriano’ le entrega al lector matices extras en cada escena. Las voces de los personajes —que llegan de la costa ecuatoriana hacia la fiesta andina, Ruido Solar— están tan bien construidos por el mismo origen de la autora, nacida en Guayaquil.
En fin, Mónica Ojeda entrega una obra que la ha trabajado desde antes del 2019, con su tono habitual de lo gótico andino, mezclado con la sonoridad del paisaje y la musicalidad del festival retrofuturista. Un encuentro plagado de misterio, de conexión entre el cosmos y la vida terrenal, la violencia naturalizada en varios espacios de la sociedad, pero, ante todo, el rugir y cantar de lo volcánico.
Autora: Mónica Ojeda
Editorial: RANDOM HOUSE, Febrero 2024
Páginas: 288
PVP: 18,91 €
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