El señor de los granizados
- Christian Andrade Brito
- 2 may 2020
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 27 jul 2020
Un año más conmemoramos el Día Internacional del Trabajo, pero esta vez de manera atípica. Vemos de lejos y “aislados” cómo nuestros sistemas precarios han desencadena en despidos masivos a nombre del salvataje del “capitalismo financiero”, vulnerando cualquier derecho laboral que haya existido. Esta pandemia nos ha desnudado completamente, la pobreza es el reflejo de la extrema desigualdad de un “sistema” que defienden a capa y espada.
Pero eso a Don Lucho (nombre anónimo) no le importa y ni sabe bien lo que pasa. Él solo quiere salir nuevamente a las calles con su coche de granizados y ganarse la vida hasta que su cuerpo lo permita, porque el sistema le excluyó y de jubilación para él mejor ni hablar.

Por el parque de La Madre en Cuenca me encontré con Don Lucho, dese un granizadito le digo, así como amamos hablar los cuencanos, usando excesivamente los diminutivos.
Si quiere solo uno son 50 centavos me dice. Un grupo de niños se acercan a su carretilla ambulante. "Ahí vienen los guambritos", comenta. Indirectamente me trata de decir que me haga a un ladito porque necesita vender.

A pesar de que lleva años en este trabajo, se su toma su tiempo para prepararlos. Agarra con su mano derecha el cepillo para hielo y lo gira fuerte. Le coloca los jarabes tradicionales: menta, rosa, fresa y piña.
Le interrumpo y le pido a Don Lucho que me regale un poquito más de leche condensada. Póngale bastantito para que le compre otro, le dice un niño.
Él pasea con su coche de granizados por escuelas, parques o por algún lugar que aglomere gente. A los cuencanos les encanta el dulce, vienen como abejas cuando me ven, comenta y ríe.

Ahora sí me voy, ya no viene nadie más, me dice. Desde la parte trasera agarra su coche de granizados para darle fuerza y al vuelo se sube.
Feliz Día Internacional del Trabajo y ¿quién quiere un granizado?
Fotos y edición: Santiago Andrade
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