El Quilotoa como nunca lo viste
- Christian Andrade Brito
- 9 may 2020
- 3 Min. de lectura
¿Qué hay más allá de la laguna?

En la entrada nos encontramos con Oscar, un niño de no más de 12 años. ¿Qué haces? le digo, se ríe y me cuenta que está trabajando. Le mueve a la llama y me toma una foto con mi celular. Ya listo, son 50 ctvs., me grita y ríe.
Pero tómame otra le digo, mientras me acomodo mi cabello y veo el reflejo de mi cara en mis gafas. Ahora me dice “págame 1 dólar”. La viveza criolla ante todo. “Yo soy de aquí mismo ve”, le grito y río con él. En la primera foto sale su dedo y la otra no está enfocada. En medio de eso, llegan mis primos, hermanos y mi mamá.
Llegamos a un acuerdo, 2 dólares y todos nos sacamos una foto, pero ahora con la cámara de mi hermano. Mientras posamos al lado de la llama, esperan algunos turistas atrás de nosotros, se le prende el foco y nos empieza a apurar. Antes que me diga algo, le alzo la mano a Oscar y le digo a ellos si sácales no más plata.


La parte turística se corta abruptamente cuando empieza un pequeño camino de tierra. Por ahí camina solo gente de la comunidad, parece que no hay nada que nos pueda interesar por allá. Pasa por mi lado una joven campesina acompañada de un pequeño niño. Caminan con dificultad, los dos van cargados de alimentos. Hasta este lugar no entran autos. A paso lento siguen su camino, porque dentro de todas sus cosas llevan huevos y no los quieren estropear.

Cómo así se ha venido usted para acá me dice una señora. Me explica que aquí es un buen espacio para caminar, pero no voy a encontrar muchas cosas. ¿A qué se refiere con eso? No hay tiendas de recuerdos ni restaurantes, me explica.
"Para estar un momento solo con la naturaleza vale caminar por aquí".
Así mismo cansada, y con una chalina que sostiene sus cosas en la espalda, se despide y avanza por el camino de tierra.

El Quilotoa se ubica a 15 km. de distancia del pueblo de Zumbahua. Le contamos la historia del lugar me dicen unos niños. "Aquí se dio una peleota, ¿no sabía eso usted?", me preguntan. Antes de que continúen les cambio de tema y les pregunto si le conocen a Oscar. "A el man que sabe estar parado por ahí si le hemos visto", me responden.
Era obvio que no sabían de quién estaba hablando, se hacían muecas entre ellos. Y volvieron a introducir el tema de la leyenda. Aquí se dio la pelea entre el Quilotoa y otra montaña (Toachi), me explican. "Un día se cabreraron y se dieron duro. Y así dicen que nació esta laguna (Quilotoa)".
No les entendí muy bien la historia, pero entre los 3 me piden dinero. El turista es sinónimo de plata, ¿por qué aquí iba a hacer la excepción? Me cuentan que es raro que la gente venga en estas fechas (28 de diciembre), además me preguntan para dónde me voy este rato. "Abajo en el pueblo están en fiestas", antes de despedirse me gritan "bajará".


El Quilotoa está dentro de las 15 lagunas más deslumbrantes del mundo. El color encantador de su agua, entre verdosa y azul, y sus hermosos paisajes, no serían lo mismo sin la presencia de su gente.
Su realidad está ahí, la deuda con esta comunidad es histórica. Casi el 10 % de niños/as y adolescentes del campo son analfabetos en Pujilí. Para la comunidad de Quilotoa ni siquiera hay datos certeros. Lo único que uno encuentra es que Zumbahua, la parroquia más cercana a la laguna, continúa entre las más pobres de Cotopaxi.
Y la única solución ha sido la famosa migración a las llamadas ciudades grandes del Ecuador.
Fotos y edición: Santiago Andrade
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