El día que lo dejé todo
- Christian Andrade Brito
- 4 may 2020
- 1 Min. de lectura
Siempre he creído que hay que tener agallas para dejarlo todo e irte a cumplir tus sueños. Joven, acabé mi maestría, buen trabajo, vivía solo. Y sí, ya estaba más de la mitad ahorrado para comprarme un carro. ¿Qué cambió? Todo, nueva administración municipal en mi ciudad Cuenca-Ecuador, nuevos jefes y ya saben cómo es la política. No hay estabilidad ni para un simple comunicador. Así como llegué me fui en mi primera experiencia como burócrata.
Dos lágrimas me cayeron, porque a quién le gusta salir de su trabajo, y más con la economía que hemos tenido en los últimos años en Ecuador. ¿Y ahora vea, qué hago? A pedir a los amigos diseñadores que me hagan un CV profesional para ir a dejar carpetas.
Pero a ver un ratito, tenía 26 años, sin deudas ni responsabilidades y me quedó un dinerito por ahí ahorrado, a dar el siguiente paso entonces. Es ahora o nunca, porque quién no sueña con viajar. Yo lo empecé a hacer tarde, casi siendo ya guambra viejo, y no hay punto de comparación con la satisfacción personal y profesional que sientes al dar ese paso.
Sí, ya sé que capaz la mitad estará pensando ¡qué gil! pero le toca empezar de cero otra vez. Y así es, no se equivocan, pero un viaje a cualquier parte del mundo lo vale la pena y más si es India.
नमस्ते – Námaste
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