3 días antes de viajar me cancelaron la beca a India
- Christian Andrade Brito
- 19 may 2020
- 6 Min. de lectura
Actualizado: 10 ago 2020

El día que salí de mi trabajo lo último que pensé fue en encontrar otro. Estás loco me decían, dedícate a hacer plata. Pero era la oportunidad perfecta para “irme a volver de por ahí no más”. Apliqué a un curso en comunicación y periodismo para el desarrollo en New Delhi - India, presentía que me iban a escoger. Para no alagar el cuento gané la beca y empezaron mis primeras relaciones con la gente de este país que no se caracterizan por ser muy ordenados, hay que tener paciencia. Recién en diciembre me notificaron que he sido seleccionado para el programa.
Empezó el papeleo a la brevedad. No tenemos embajada de la India en Ecuador, la compartimos con la de Bogotá, así que era aún más complicado el envío de todos los documentos que me solicitaban. El 25 de diciembre recibí mi pasaporte con la visa, fue mi regalo de Navidad. Viajaba el lunes de 30 de diciembre al medio día. El viernes hice todas mis compras, regalos para autoridades y mis compañeros del curso. Siempre llevo Diablos Humas a cualquier parte del mundo que viaje.
Aunque primero me concentré en los más importante, fui a la farmacia a comprar pastillas para todas las posibles enfermedades que pueda sufrir en India. El seguro médico, que me cubría absolutamente todo, no me dejó muy tranquilo así que compré desde lo más elemental. Pastillas para la diarrea porque iba a India. Si buscas información en internet las recomendaciones son “no comas en la calle”, “cuidado con el agua”, “pide las cosas con zero spicy”.
Fue un gasto más que considerable pero no estaba dispuesto a correr el riesgo y hasta 4 paquetes grandes de paños húmedos los incluí en la maleta. Mientras hacía mis últimas compras me entró una llamada, era un código de otro país. No sabía de cuál, pero me imaginé que era de Colombia. Efectivamente la chica encargada de coordinar los programas de becas me dice que ha estado tratando de contactarse conmigo.
Ya solo me faltaba encontrar 2 Diablos Humas más. Mi mamá emocionada me ayudaba a escoger los regalos, ella entraba y salía de los locales de masa pan. Mientras tanto yo seguía en el celular, seguro me llamaba a confirmar los últimos detalles porque ya el lunes tenía el vuelo, pensaba. Sin embargo, me dijo sin mucho titubeo, como son los colombianos:
“Christian hay un problema de acomodación en la residencia de estudiantes, no podrás viajar”.
Ya no jueguen así conmigo, pensé, porque no puedo tener un solo viaje sin problemas. Siguió su explicación, “desde el Ministerio de Relaciones Exteriores nos han notificado eso, tus pasajes están ya cancelados. Lo sentimos mucho”. Me temblaba las manos, me puse nervioso. “Ya tengo todo listo, cómo me pueden hacer esto”, le dije. Mientras todo eso pasaba había perdido de vista a mi mamá, le alcancé a ver adentro de un local y solo le pedí que ya no compre más.
“En serio lo siento mucho Christian, pero hay problemas de acomodación en la residencia de estudiantes”. Creo que fueron las últimas palabras, porque ya ni atención le presté por intentar controlar a mi mamá para que no gaste más dinero en souvenirs. Cerré el teléfono, me hice la típica pregunta internamente “¿por qué me pasan estas cosas a mí?”, tomamos las compras, dimos media vuelta y de regreso a la casa.
Mi mamá no me creía, y en primera instancia tampoco me creyó el responsable de la misión cultural de India en Ecuador . Él me pedía insistentemente que chequee si el número efectivamente era de la embajada de India en Bogotá. “¿No será una inocentada?”, me decía. No pasó ni 30 minutos y recibí un correo oficial del Ministerio de Relaciones Exteriores de la India explicándome las razones por las que se había cancelado mi viaje para esta edición del curso. Ya con esa información no podía hacer mucho. Como todo buen ecuatoriano me consolaba con nuestras típicas frases: “por algo será que pasan las cosas”, “ya si esto no es para mí, qué puedo hacer”.
Dos horas pasaron, tenía una comida de despedida al medio día con una amiga. Quería verle, no le dije nada de lo que había sucedido. Solo dejé en la sala de mi casa las compras y me fui. Para ese momento había mandado correos, hecho llamadas y más, pero la respuesta oficial fue que se cancelaba todo.
Tomé un bus que me llevaba hasta la parada de los tan famosos y efectivos taxis rutas de 1 dólar. Me paré, toqué el timbre de la puerta trasera del bus para que pare, vi la hora en el celular y me percaté que tenía 2 llamadas perdidas. Era el mismo número que se puso en contacto conmigo 2 horas antes.
Esperé unos segundos, no podía llamar desde adentro del bus, la música estaba a todo volumen. Me bajé del bus, timbre e inmediatamente me contestaron. Pedí hablar con la chica que me había contactado antes, me respondió que le dé unos minutos y me devolvería la llamada.
Esperaba en un lugar no muy seguro en Quito, esos minutos se convirtió en más de media de hora. Decidí tomar el taxi de 1 dólar, conmigo se llenaba el carro. Salimos, íbamos a todo volumen escuchando música, salsa choque para ser más preciso. Mientras tanto yo solo esperaba esa llamada, tenía el presentimiento que una buena noticia me iban a dar.
Estaba sentado en la parte de atrás, en medio de un señor y una señora. Incómodo, pero lo único que hacía era sostener mi celular esperando que me entre la llamada. No me pueden hacer sufrir tanto, si tienen algo que decirme llaméenme ahora y hablen, me decía a mí mismo. Por fin, me llamó la misma chica, aunque no le escuchaba un carajo. Maldita mala costumbre de los ecuatorianos de incomodar al resto con su música. Le pedí al conductor que baje el volumen, pero casi ni lo hizo, inmediatamente le hice muecas para que lo baje más.
“Christian mil disculpas, tú siempre estuviste en la lista final. Nos confundimos, mucha gente aplica a este curso. Traspapelamos las solicitudes”, me dijo.
“O sea ¿me voy o yo no?”, le pregunté. Nuevamente me pidió disculpas, me dijo que mis vuelos estaban activos y que el lunes tenía que viajar.
Por Dios, yo sé que mis viajes siempre tienen un toque especial, nunca pueden ser normales, pero como que ya se pasaron un poquito, ¿no? Tengan compasión de mis papás, siempre tengo que hacerles sufrir hasta el último momento. Mi plan de medio año casi se fue a la basura, pero con las justas se salvó.
“Me voy, se han confundido, sí estoy en la lista final”, le dije a mi mamá, antes de que devuelva todas las compras que habíamos hecho en la mañana. Me regresó el alma al cuerpo en ese momento. Mientras iba de camino por la Naciones Unidas a encontrarme con mi amiga hacía puños mis manos y gritaba“bien carajo, sí que tengo suerte”.
Tenía que esperar hasta el lunes a tomar ese avión. Viernes, sábado y domingo chequeaba que mi vuelo esté activo en la página web de la aerolínea. Sábado en la noche me llegó un correo automático que mi aplicación para el curso había sido cancelada. Me dejó aún con más incertidumbre, seguro se equivocaron y eliminaron mi solicitud, pensaba.
Volví a mandar un correo, nadie estaba laborando en fin de semana. Nunca recibí respuesta. Llegó el lunes, tomé el taxi que siempre nos hace carreras a mi familia. De camino al aeropuerto entre varios temas que conversábamos me preguntó el chofer por mi vuelo. “Su mamá hasta no verle subido en ese avión no cree que se vaya a ir”, me dice.
Mi madre siempre tan rápida para contar mis cosas, hasta el señor del taxi sabía mi historia. Arribé con las 3 horas antes que te piden para vuelos extranjeros. Había una pequeña fila para chequearse. Llegó mi turno, entregué mi pasaporte, me preguntó mi destino final, obvio le contesté India y se quedó con mis papeles frente al computador unos 5 minutos.
Suerte o muerte, no voy a preguntar qué está pasando dije. Al final me entregó mis tickets y mi pasaporte y me dijo buen viaje. “Si supiera lo que me pasó, no se abría demorado tanto. Me hizo sufrir”, le dije mientras me reía. Tenemos que chequear bien las visas y las conexiones pero puede viajar tranquilo, me respondió.
“Estoy adentró. Ya pasé migración y estoy en la sala de espera”, les conté a todos, en especial a mi mamá. Pero es muy pronto para terminar mi relato aquí, tenía que reconfirmar que el señor que me iba a recibir a la 01:30 am del 1 de enero en el aeropuerto de New Delhi sí estaba notificado. Antes de tomar el vuelo en Ecuador volví a enviar un correo, “estoy partiendo hacia India” y adjunté los datos de mi arribo.
¿Qué me hacía yo si nadie me esperaba a esa hora en el aeropuerto?
En el siguiente post les cuento el desenlace.
No olviden suscribirse a mi blog en la parte de abajo solo con su correo.
Comments